Tarta Salada de Queso y Cebolla — Fácil, Cremosa y Perfecta Para Compartir

Esta tarta salada de queso y cebolla es una de esas recetas sencillas que se convierten en un clásico en casa. Es cremosa en el interior, con una superficie dorada y ligeramente crujiente, y una base de masa quebrada que sostiene todo el relleno sin desmoronarse. Resulta ideal para una cena ligera, para llevar a una reunión familiar o incluso para dejar preparada con antelación y servir a temperatura ambiente.

A continuación encontrarás la versión detallada, con cada paso explicado con calma para que te quede perfecta incluso si no tienes mucha experiencia en la cocina.

Ingredientes

  • 1 lámina de masa quebrada
  • 2 cebollas grandes
  • 200 g de queso rallado (gruyère, cheddar, mozzarella o mezcla)
  • 200 ml de crema líquida (nata para cocinar o yogur natural como opción ligera)
  • 3 huevos
  • Sal y pimienta al gusto
  • Opcional: trocitos de turkey bacon o chicken ham para añadir sabor

Instrucciones (Paso a Paso, Muy Detalladas)

1. Preparar el horno y la base de masa

Empieza encendiendo el horno y precalentándolo a 180°C. Este paso es importante para que, cuando la tarta esté lista para entrar al horno, la temperatura sea la adecuada y la masa se cocine de forma uniforme desde el principio.

Toma el molde para tarta que vayas a utilizar y coloca la lámina de masa quebrada sobre él. Acomódala con cuidado, presionando suavemente con los dedos para que se adapte bien tanto al fondo como a los bordes. Procura que no queden burbujas de aire entre la masa y el molde.

Con la ayuda de un tenedor, pincha la base de la masa en varios puntos. Esto evita que al hornearse se infle en exceso y forme burbujas que puedan romper el relleno. Una vez lista, puedes reservar el molde en la nevera mientras continúas con el resto de la receta; así la masa se mantiene firme.

2. Cocinar y ablandar las cebollas

Pela las dos cebollas grandes. Corta cada una por la mitad y luego en rodajas finas, intentando que los trozos sean lo más parejos posible para que se cocinen de forma uniforme.

Calienta una sartén amplia a fuego medio-bajo con un chorrito de aceite. Cuando esté templado, añade las cebollas laminadas y una pizca de sal. La sal ayuda a que la cebolla suelte su agua y se ablande más rápido.

Cocina las cebollas con paciencia, removiendo cada pocos minutos. El objetivo es que se vuelvan muy suaves, ligeramente doradas y con un toque caramelizado. Este proceso puede llevar entre 15 y 20 minutos. Mantén el fuego medio-bajo para evitar que se quemen.

Si deseas resaltar aún más el dulzor natural de la cebolla, puedes añadir al final una pequeña pizca de azúcar o un toque de miel, pero este paso es completamente opcional. Una vez que las cebollas estén tiernas y con un color dorado suave, retira la sartén del fuego y deja que se templen unos minutos antes de incorporarlas a la mezcla.

3. Preparar la mezcla de huevos, crema y queso

En un bol grande, casca los 3 huevos y bátelos con unas varillas manuales o un tenedor hasta que la yema y la clara estén completamente integradas y la mezcla tenga un color uniforme. No es necesario montar los huevos, solo mezclarlos bien.

Incorpora la crema líquida (nata para cocinar o yogur natural si deseas una versión más ligera) y continúa mezclando hasta que todo quede bien combinado. La textura debe ser fluida y homogénea.

Añade los 200 g de queso rallado. Puedes utilizar un solo tipo de queso, como gruyère o cheddar, o bien una mezcla de varios, según tu gusto. Remueve de nuevo para que el queso quede repartido de manera uniforme en la mezcla.

Agrega ahora las cebollas caramelizadas, distribuyéndolas bien por el bol para que no se queden solo en un lado. Sazona con sal y pimienta al gusto, teniendo en cuenta que el queso ya aporta cierto toque salado. Mezcla una vez más hasta obtener una preparación uniforme, con las cebollas, el queso y la crema bien integrados con los huevos.

4. Montar la tarta

Saca el molde con la masa quebrada del frigorífico si lo habías reservado. Vierte con cuidado la mezcla sobre la base, ayudándote de una espátula o cuchara para distribuirla de forma pareja. Asegúrate de que las cebollas queden bien repartidas y no se acumulen solo en el centro.

Si has decidido utilizar trocitos de turkey bacon o de chicken ham, este es el momento de añadirlos. Reparte los pequeños trozos por la superficie del relleno, hundiendo ligeramente algunos para que queden integrados y dejando otros más en la parte superior para que se doren durante el horneado y aporten textura.

5. Hornear hasta que esté dorada y firme

Coloca el molde en el centro del horno precalentado a 180°C. Hornea la tarta durante unos 30–40 minutos. El tiempo exacto puede variar según el horno, por lo que es buena idea comenzar a revisar a partir de los 30 minutos.

Sabes que la tarta está lista cuando la superficie está dorada y el relleno ha cuajado. Para comprobarlo, sujeta el molde con cuidado (con guantes de horno) y muévelo ligeramente: si el centro apenas tiembla o no se ve líquido, significa que el interior está firme.

6. Reposar y servir

Una vez horneada, retira la tarta del horno y colócala sobre una rejilla o encima de la encimera. Déjala reposar durante unos 10 minutos antes de cortarla. Este reposo es importante: el relleno se asienta, los sabores se integran y será más fácil cortar porciones limpias sin que se desmoronen.

Puedes servirla caliente, cuando aún está muy cremosa; tibia, que es como mejor se aprecian los sabores; o incluso a temperatura ambiente, lo que la hace perfecta para buffets, picoteos y reuniones. Combina muy bien con una ensalada verde sencilla o con unas verduras asadas.

Con estos pasos detallados, obtendrás una tarta salada de queso y cebolla suave, sabrosa y equilibrada, perfecta para compartir en cualquier ocasión.

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