Queso con durazno, arándanos, pasas y nueces

Tiempo de preparación: 15 minutos
Tiempo de refrigeración: 30 minutos (mínimo)
Tiempo total: 30 minutos
Rinde: 4 porciones aproximadas
Calorías: alrededor de 250 por porción

Ingredientes

  • 200 gramos de queso crema
  • 2 duraznos, pelados y picados
  • 100 gramos de arándanos
  • 50 gramos de pasas
  • 50 gramos de nueces, picadas

Estos son todos los ingredientes que necesitas para lograr un resultado equilibrado y muy aromático. El queso crema aporta la base untuosa; los duraznos, con su jugo y su dulzor natural, se integran en la mezcla y la hacen más fresca; los arándanos dan pequeños toques ácidos en cada bocado; las pasas refuerzan la dulzura y las nueces terminan de redondear el plato con su sabor y su textura crujiente.

Instrucciones

Preparar el queso y los duraznos
Saca el queso crema del refrigerador unos minutos antes de comenzar para que esté ligeramente a temperatura ambiente; así será más fácil trabajarlo. Colócalo en un tazón grande y amplio, que te permita mezclar con comodidad. Pela los duraznos, retira el hueso central y córtalos en cubos pequeños y regulares. Es importante que los trocitos no sean demasiado grandes para que se integren bien con el queso y se repartan de forma uniforme en cada porción. Cuando los tengas listos, agrégalos al tazón junto con el queso crema.

Mezclar hasta obtener una base suave y cremosa
Con ayuda de una espátula, una cuchara robusta o unas varillas manuales, comienza a trabajar el queso crema con los duraznos picados. Primero aplasta un poco el queso contra las paredes del tazón para ablandarlo y luego ve incorporando los trocitos de fruta. Mezcla con paciencia hasta obtener una textura suave, cremosa y homogénea, donde el queso envuelva bien al durazno. No se trata de triturar la fruta por completo, pero sí de que los cubos queden bien integrados en la crema, sin grandes trozos aislados ni grumos de queso sin mezclar.

Incorporar arándanos, pasas y nueces
Una vez que tengas la base cremosa lista, añade los 100 gramos de arándanos al tazón. Reparte la fruta por toda la mezcla y remueve suavemente para no romperlos demasiado. Después agrega las pasas, que aportarán pequeños toques muy dulces, y finalmente incorpora las nueces picadas. Procura que las nueces no estén molidas en exceso; es preferible que queden trocitos reconocibles para disfrutar de ese contraste crujiente en cada bocado. Mezcla de nuevo, esta vez con movimientos envolventes y suaves, hasta que todos los ingredientes queden repartidos de forma lo más uniforme posible. Debes ver pequeños puntos de color: el naranja del durazno, el azul oscuro de los arándanos, las pasas y los fragmentos de nuez.

Dar forma, refrigerar y servir
Cuando la mezcla esté bien integrada, pásala a un plato llano o a una fuente de servir. Puedes simplemente extenderla formando una capa gruesa y redondeada o, si prefieres una presentación más cuidada, darle forma de montículo o de cilindro con ayuda de una espátula. Alisa ligeramente la superficie para que se vea uniforme. Si te han quedado algunos arándanos, pasas o nueces sin usar, espárcelos por encima para decorar, presionando apenas para que se adhieran a la superficie del queso. Una vez lista la presentación, lleva el plato al refrigerador y deja reposar al menos 30 minutos. Este tiempo de refrigeración es importante para que el queso se asiente, tome una textura más firme y los sabores de la fruta y las nueces se mezclen e intensifiquen. En el momento de servir, saca el queso con durazno del frío, colócalo en el centro de la mesa y acompáñalo con galletas saladas, tostadas finas o pan ligeramente crujiente, de forma que cada comensal pueda tomar una porción y disfrutar de todas las capas de sabor en cada bocado.

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