Un plato sencillo, reconfortante y muy cremoso, perfecto para una comida casera rápida pero con apariencia de restaurante. Las espinacas aportan frescura y color, el pollo desmenuzado añade proteína y textura, y la crema con el queso rallado crea una capa dorada y burbujeante imposible de resistir. Ideal para aprovechar pechuga de pollo ya cocida y convertirla en un gratinado completo para compartir.
Ingredientes (para 4 porciones)
- 500 g de espinacas frescas
- 200 g de pechuga de pollo cocida y desmenuzada
- 250 ml de crema de leche o nata líquida
- 100 g de queso rallado (mozzarella, parmesano o el que prefieras)
- 2 dientes de ajo picados
- 1–2 cucharadas de aceite de oliva
- Sal y pimienta al gusto
Preparación paso a paso
Precalentar el horno
Comienza encendiendo el horno a 180 °C. Es importante hacerlo al inicio para que, cuando termines de preparar la mezcla de espinacas y pollo, el horno ya esté a la temperatura correcta. Un horno bien precalentado ayuda a que el gratinado se dore de manera uniforme y la superficie quede fundida y ligeramente crujiente.
Preparar los ingredientes
Revisa las espinacas frescas y elimina los tallos muy gruesos o hojas marchitas. Lávalas bajo el chorro de agua fría para quitar cualquier resto de tierra y escúrrelas bien. Si las hojas son muy grandes, puedes partirlas con las manos para que se integren mejor luego en la mezcla. Asegúrate también de que la pechuga de pollo esté ya cocida y desmenuzada en hebras o trocitos pequeños, para que se repartan de manera uniforme en cada porción.
Sofreír el ajo
Coloca una sartén grande a fuego medio y añade 1–2 cucharadas de aceite de oliva, según el tamaño de la sartén. Cuando el aceite esté caliente, incorpora los dientes de ajo picados. Remueve continuamente con una cuchara de madera o espátula y cocina durante aproximadamente 1 minuto, hasta que el ajo desprenda su aroma y comience a tomar un tono ligeramente dorado. Procura que no se queme, porque el ajo quemado puede aportar un sabor amargo al plato.
Cocinar las espinacas
Añade las espinacas frescas a la sartén, encima del ajo sofrito. Al principio parecerán muchas, pero irán reduciendo su volumen a medida que se cocinan. Remueve con suavidad, levantando las hojas desde el fondo hacia arriba para que todas entren en contacto con el calor. Cocina hasta que las espinacas se marchiten por completo, es decir, cuando estén blandas y de un verde intenso, sin partes crudas.
Una vez cocidas, retíralas de la sartén y colócalas en un colador o sobre un escurridor. Presiona ligeramente con una cuchara o espátula para eliminar el exceso de agua. Este paso es fundamental: si las espinacas quedan muy húmedas, el gratinado puede soltar líquido y la textura será menos cremosa.

Mezclar las espinacas con el pollo y la crema
En un bol grande, coloca las espinacas bien escurridas y añade la pechuga de pollo cocida y desmenuzada. Vierte los 250 ml de crema de leche o nata líquida sobre la mezcla. Con la ayuda de una cuchara grande, mezcla con calma hasta que el pollo, las espinacas y la crema queden perfectamente integrados.
En este punto, añade sal y pimienta al gusto. Es recomendable probar una pequeña cantidad de la mezcla para ajustar el sazonado, ya que luego será más difícil rectificar una vez que el gratinado esté en el horno. La idea es que la mezcla ya tenga buen sabor antes de añadir el queso.
Colocar la mezcla en la fuente y añadir el queso
Toma una fuente apta para horno (puede ser de vidrio, cerámica o metal) y, si lo deseas, puedes engrasarla ligeramente con unas gotas de aceite de oliva para evitar que se pegue.
Vierte la mezcla de espinacas, pollo y crema en la fuente, distribuyéndola de manera uniforme con la cuchara para que tenga el mismo grosor por todas partes.
Luego, espolvorea por encima el queso rallado que hayas elegido. Puedes usar un solo tipo de queso o una combinación, por ejemplo mozzarella para el efecto fundido y parmesano para un toque más intenso de sabor. Cubre bien la superficie, sin dejar huecos, para obtener una capa gratinada homogénea.
Gratinar en el horno
Lleva la fuente al horno precalentado a 180 °C y hornea durante unos 20 minutos. El tiempo puede variar ligeramente según el horno, por lo que es buena idea revisar el gratinado a partir de los 15 minutos.
Sabrá que está listo cuando la superficie esté dorada, el queso totalmente fundido y se vean pequeñas burbujas en los bordes. Esa combinación de dorado y burbujeante indica que la crema ha tomado cuerpo y el interior está bien caliente.
Reposar y servir
Retira la fuente del horno con cuidado y deja reposar el gratinado durante 2–3 minutos antes de servir. Este breve reposo permite que la mezcla se asiente ligeramente y sea más fácil cortar porciones sin que se desarmen.
Sirve las espinacas gratinadas a la crema con pechuga de pollo bien calientes. Puedes presentarlas como plato principal ligero, especialmente si buscas una comida equilibrada y reconfortante, o utilizarlas como acompañamiento para arroz blanco, pollo al horno o pasta, creando así un menú completo y muy sabroso.