Gratinado de Patatas Dauphinoise

Este gratinado de patatas al estilo Dauphinoise es uno de esos platos sencillos que parecen mucho más sofisticados de lo que son. Se basa en capas de patata cortadas muy finas, cocinadas lentamente en una mezcla de nata y leche aromatizada con ajo, sal, pimienta y un toque de nuez moscada, todo cubierto con una capa generosa de queso rallado que se funde y se dora en el horno. El resultado es un plato cremoso por dentro, con una superficie dorada y ligeramente crujiente, ideal como acompañamiento o incluso como plato principal ligero.

Este gratinado es perfecto para una comida familiar, una cena especial o como guarnición elegante para carnes y pescados. Es un plato vegetariano contundente, que llena y reconforta, y que además puede prepararse con antelación y recalentarse sin perder su encanto.

Raciones: 6 porciones
Tiempo de preparación: 15 minutos
Tiempo de cocción: 1 hora 5 minutos
Tiempo total: 1 hora 20 minutos


Ingredientes

  • 1 kg de patatas, peladas y cortadas en rodajas finas
  • 2 tazas de nata para cocinar
  • 1 taza de leche entera
  • 2 dientes de ajo, picados
  • 1 cucharadita de sal
  • 1/2 cucharadita de pimienta negra molida
  • 1/4 cucharadita de nuez moscada (opcional)
  • 1 taza de queso rallado (gruyère o emmental)
  • Mantequilla para engrasar la fuente

Instrucciones paso a paso

Preparar el horno y la fuente
Comienza precalentando el horno a 180 °C. Es importante que el horno alcance bien la temperatura antes de introducir el gratinado, para que las patatas se cocinen de forma uniforme desde el inicio.
Elige una fuente para horno de tamaño mediano, preferiblemente de vidrio o cerámica, y engrásala generosamente con mantequilla, cubriendo el fondo y las paredes. Esta capa de grasa evita que las patatas se peguen y aporta un sabor extra cuando los bordes se doran.

Calentar la mezcla de nata y leche
En una cacerola mediana, vierte las 2 tazas de nata para cocinar y la taza de leche entera. Añade los dos dientes de ajo picados, la cucharadita de sal, la media cucharadita de pimienta negra y, si decides usarla, la cuarta cucharadita de nuez moscada.
Coloca la cacerola a fuego medio y calienta la mezcla sin dejar de vigilarla. No debe llegar a hervir; basta con que esté bien caliente y comience a humear ligeramente. Remueve de vez en cuando para repartir bien las especias y evitar que la nata se pegue al fondo. Este paso ayuda a que los sabores se integren y facilita una cocción más homogénea en el horno.

Preparar las patatas
Mientras la mezcla líquida se calienta, asegúrate de que las patatas estén bien peladas y cortadas en rodajas finas y regulares. Lo ideal es que las láminas tengan un grosor similar para que todas se cocinen al mismo tiempo. Puedes usar una mandolina o un cuchillo bien afilado.
Si las patatas ya están cortadas, resérvalas cerca de la fuente en la que vas a montar el gratinado, listas para formar las capas.

Montar las capas de patata
Coloca una primera capa de rodajas de patata en el fondo de la fuente engrasada, superponiendo ligeramente unas rodajas sobre otras para que no queden huecos grandes. Esta base será la estructura del gratinado.
Remueve suavemente la mezcla caliente de nata y leche y vierte una parte sobre las patatas, usando un cucharón si lo prefieres. Asegúrate de que las rodajas queden bien humedecidas por el líquido.
Repite el proceso: coloca otra capa de patatas y vuelve a cubrir con un poco de la mezcla cremosa. Continúa alternando capas de patata y mezcla de nata hasta terminar con los ingredientes. Es importante distribuir el líquido de manera uniforme, reservando suficiente para las capas superiores y procurando que no queden zonas secas.
Procura que la última capa de patatas quede bien cubierta con la mezcla líquida; esto evitará que las rodajas de la superficie se resequen durante el horneado.

Añadir el queso y preparar el horneado
Cuando hayas montado todas las capas, espolvorea la taza de queso rallado sobre la superficie. Extiéndelo de forma uniforme para que se forme una costra homogénea al gratinar. El queso gruyère o emmental aportan un sabor intenso y se funden muy bien, creando una capa dorada y ligeramente crujiente.
Cubre la fuente con una hoja de papel de aluminio, ajustándola bien alrededor de los bordes. Este paso permite que las patatas se cocinen primero en un ambiente más húmedo, sin que el queso se queme antes de tiempo.

Hornear en dos fases
Introduce la fuente en el horno precalentado y hornea, con el papel de aluminio puesto, durante unos 45 minutos. Durante este tiempo, las patatas se irán ablandando y el almidón se mezclará con la nata y la leche, creando una salsa espesa y cremosa.
Pasado este tiempo, con cuidado de no quemarte con el vapor, retira el papel de aluminio. Devuelve la fuente al horno y hornea de 15 a 20 minutos más, sin cubrir, para que la superficie se dore. Notarás que el queso burbujea y toma un color dorado intenso.
Para comprobar el punto de cocción, introduce un cuchillo fino en el centro del gratinado: debe deslizarse fácilmente, sin encontrar resistencia, lo que indica que las patatas están completamente tiernas.

Reposo y servicio
Una vez que el gratinado esté bien dorado y las patatas tiernas, saca la fuente del horno y colócala sobre una rejilla o superficie resistente al calor. Déjalo reposar durante al menos 10 minutos antes de cortarlo. Este reposo es esencial: la mezcla cremosa se asienta, se espesa ligeramente y las capas se compactan, lo que permite cortar porciones limpias y bien definidas.
Sirve el gratinado de patatas Dauphinoise bien caliente, ya sea como acompañamiento de un asado, un plato de carne o pescado, o como protagonista del plato, acompañado de una ensalada fresca. Cada porción debe mostrar capas visibles de patata, bañadas en una salsa cremosa y coronadas por esa costra dorada de queso que hace tan irresistible este clásico francés.

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